jueves, 22 de enero de 2015

Sentimiento Bohemio

Boris fue un lector compulsivo nacido en Buenos Aires, hijo de inmigrantes ucranianos. Orientó a su hermano menor, Juan, en el mundo de las letras desde muy pequeño. Años más tarde, Juan decidió abandonar la carrera de Química para dedicarse de lleno a la poesía. En 1976, como muchos intelectuales argentinos, salió de su patria debido a la dictadura militar que por entonces gobernaba al país pampero. Llegó a México para quedarse el resto de sus días.


Militante revolucionario, periodista crítico, poeta y futbolero. Comenzó a leer con tres años de edad, su infancia estuvo rodeada de libros, una bicicleta y balones de futbol. Juan Gelman nació en Villa Crespo, Buenos Aires, ahí donde el Atlanta es el equipo del barrio, club que adoptó desde siempre. “A Atlanta lo tengo en la cabeza y en el corazón, y los dos me lo conservan fresco”, diría en entrevista para la revistaSentimiento Bohemio hace varios años.

“En los 50 fundamos 'El Pan Duro', junto a poetas como Héctor Negro, Hugo Ditaranto, Juan Hierba, Julio César Silvain y yo, entre otros. De futbol hablábamos poco entre nosotros. Todos éramos hinchas de algún club, dimos recitales en Vélez Sarsfield, por ejemplo, pero el tema dominante era la poesía, la pasión que nos reunió. Yo hablaba de futbol con los muchachos de la barra, supongo que cada uno de ellos haría lo mismo con la suya. En cuanto a que el futbol no fuera tema de la poesía, eso no ha cambiado. No sé por qué es así. Los prejuicios que tenían los intelectuales fueron perdiendo fuerza en los 60, a fines de esa década ver partidos por TV o hinchar por algún equipo ya era más común, hoy muchos de ellos (intelectuales) se precian de ir a la cancha. Pocos comparten las barbaridades que Borges dijo sobre el futbol".

“Mis recuerdos son muchos, empezando por la calle Vera. Allí jugábamos a la pelota, que muchas veces era de papel atado con soguitas; las de goma valían 20 centavos, un montón en ese entonces. Había desafíos con las barras de otras esquinas y, ahora que lo pienso, cuántos chicos pasábamos horas y horas en la calle. También había que gambetear al Tranvía 7 que pasaba por Vera”.

Como todo hincha iba a la cancha cada semana para disfrutar y sufrir a su equipo, regresaba al barrio con el estado de ánimo según el marcador. Pero eso sí, rodeado de amigos con los que discutía los incidentes del encuentro en la esquina de la cuadra, conforme ganaron más edad se iban al café para ejercer la crítica después de cada partido. Con la misma pasión con la que siempre escribió los poemas más hermosos, también apoyó al equipo Bohemio.

“Mi pasión por el futbol nace en el barrio. A los padres, inmigrantes, no les interesaba, bastante tenían con hacer esfuerzos para sobrevivir, mantener a la familia, lograr que los hijos estudiaran. Los hijos pudieron interesarse en el futbol gracias a esos inmigrantes no interesados en la pelota”.


Gelman nunca ocultó su pasión por el futbol, mucho menos su amor incondicional por Atlanta, para quien siempre tuvo un Sentimiento Bohemio.